Reseña: Signos para la Noche, de Yolanda Díaz de Tuesta

Autor: Yolanda Díaz de Tuesta
Título: Signos para la Noche
Editorial: VALENTIA AUTORES
Género: Novela de Intriga, Terror, Fantasía
Páginas: 861
Sinopsis: Elegir entre un mal mayor, y uno menor, nunca es fácil. Laura Mendizabal así lo entendió cuando, tras su encuentro casual con esa extraña criatura llamada Caleb, tuvo que aceptar la sucesión de muertes que estaba provocando en Bilbao, y su afirmación de que “eran necesarias”.
 Al fin y al cabo, él, que estaba muerto, bien debía saberlo...

En el mercado literario las historias sobre vampiros y otros seres fantásticos son numerosas, pero que nadie piense que "Signos para la Noche" es una obra más en la que esos personajes son protagonistas de un argumento, esta novela no es solamente un relato de terror, Yolanda nos muestra una historia apasionante en la que el terror y la fantasía se mezclan en una amalgama muy trabajada.
El argumento es impactante y muy original, destaco la maestría de la autora en narrarnos todos los avatares de la historia que nos propone, que nadie se asuste por el número de páginas de la obra, su duración es la justa y necesaria para tener todos los datos de ese argumento..

En una obra tan larga es esencial que la historia no sufra altibajos que nos provocarían una dejadez en su lectura, aquí no sucede esto, muy al contrario la novela lleva desde el comienzo un clima alto de tensión que no decae en ningún momento.
Yolanda demuestra su talento y su dominio sobre situaciones y personajes, consigue sumergirnos dentro de la trama y que no podamos dejar la lectura, en cada página encontramos nuevas sorpresas que nos apasionan.
Destaco como la autora nos describe a los personajes de la trama, imposible no tener una complicidad absoluta con Laura, la protagonista principal, es una mujer sorprendente y atrayente, pero no solamente es buena la descripción sobre ella, todos los personajes son descritos con amplitud..

Una vez tocada la la forma descriptiva de la autora vayamos a otros aspectos, la narración es exquisita, Yolanda posee una riqueza en el lenguaje y en su forma de contarnos el argumento, no deja ningún cabo suelto, demostrando un dominio total sobre la trama y los personajes.
Un punto también muy fuerte en la obra son los diálogos, son amplios y clarificadores lo que nos ayuda a no perdernos en la historia y que los personajes expresen sus impresiones de lo que les va sucediendo.
La documentación de ambientes y situaciones es también muy precisa..

Es una novela muy recomendable para todo tipo de lectores, os aseguro que nadie se va a aburrir por larga que os pueda parecer la obra, me ha encantado su lectura por ser una obra con un argumento brutal y por estar escrita con tanta maestría..

Yolanda Díaz de Tuesta Martín firma como Díaz de Tuesta básicamente por abreviar.

Nacida en Bilbao, un frío noviembre de hace un millón de años, empezó a escribir prácticamente enseguida. A los nueve completó su primer relato y recuerda la sensación maravillosa de poner ese punto final. Le siguieron muchos otros, montones, además de novelas cortas de nombres rimbombantes (Las Diosas del Trueno o el Misterio del Huracán, Shire–Malí o El Retorno de un pasado maldito…). Los inicios siempre son difíciles, vaya que sí, pero se aprende mucho con ellos.

La Criatura inclinó la cabeza a un lado, estudiándola con repentino interés, seguro de que por sus venas corría un auténtico cóctel en el que a saber cuál era el ingrediente principal, el alcohol o la sangre. En distintas circunstancias no le hubiese importado lo más mínimo, no sería él quien notase la diferencia. Por una parte, el alcohol no podía afectarle y, por otra, ya no recordaba el gusto de las cosas, no podría detectar el whisky ni aunque lo intentase con todas sus fuerzas. Era una de las maldiciones de su eternidad: solo la sangre tenía sabor, solo ella saciaba la Sed, solo paladeándola se sentía satisfecho. Con otros sentidos, también había experimentado alteraciones tras el Cambio, aunque de distinta forma. Por ejemplo, poseía un finísimo olfato, pero tampoco disfrutaba de los aromas..

Aguirre se detuvo y chocó contra su espalda, perdiendo ligeramente el equilibrio. Debían estar cerca de la pared, porque empujó ligeramente algo, quizá un jarrón, que se tambaleó con un rumor sordo, oscilando sobre su base sin llegar a caerse. ¡Chist!, le dijo Aguirre, y se lo imaginó, pues no podía ver su rostro, aunque estaba muy cerca, llevándose un dedo a los labios para pedirle silencio. ¡Chist! oyó un segundo después, detrás, como si fuesen tres, y no dos, los componentes de aquella amedrentada fila. Laura giró de golpe sobre sí misma, levantando las manos en un gesto de defensa. Allí no había nada, ningún pulmón que pudiese impulsar el aire como un fuelle, ninguna boca, ningún labio que pudiera curvarse para formar aquel ¡Chist! que tan claramente había oído. Durante un segundo, pensó que las piernas iban a dejar de sostenerla..

En una loca carrera contra el tiempo, los científicos probaron infinidad de procesos alternativos. Por pura casualidad, constataron que el aceite puro de oliva las deshacía en una pasta que denominaron mantequilla, y que esa pasta se agrietaba con rapidez, se convertía en ceniza y desaparecía sin perjuicio para el medio ambiente. Este descubrimiento nunca se hizo público debido a su alto coste y siguieron intentándolo hasta encontrar un compuesto sintético al que denominaron ALGIX. Fue su salvación: era barato y era ecológico. Como siempre, la vida resultó no ser ni blanca ni negra, sino un complicado entramado de grises. El retraso en el descubrimiento fue responsable de varias muertes más pero el producto en sí fue la fortuna de algunos: el ALGIX empezó a ser fabricado por la empresa pública ALGINORTE, y dio trabajo a más de doscientas personas..

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                                                                                                             9/10